Había tratado de prepararse, de estar lo suficientemente anclado al suelo como para mantener el control, pero cuando llegó el mensaje fue como un puñetazo en la boca del estómago. Sobre todo, porque no se lo esperaba tan pronto, más que nada porque apenas dos días atrás Ella había vuelto a mover todos los hilos para verle y pasar otra velada con él, aunque se hubieran conformado con mantener las distancias.
Pero la conversación del día anterior y la de aquella misma mañana, en v las que Ella ya le había contado la, tristeza que sentía, habían encendido todas las alarmas: la situación de Ella era complicada, los riesgos eran muy altos, y por muy fuerte que ardiese la pasión entre ellos, la vida real siempre terminaba apisonando las ilusiones de los soñadores.
Así que parecía que sí, que había llegado el momento de volver al suelo y de pensar en cómo gestionar todo aquello que había crecido de golpe en su interior con cada mensaje, con cada canción, con cada beso.
Ojalá que, tan impredecible e ingobernable como siempre, Ella de pronto volviera a mandar todo a la mierda y decidiera seguir buscándole a él…