Ilusionado

Por primera vez en mucho tiempo, se sentía ilusionado. Tenía planes para el día siguiente, planes con personas que se interesaban por él, personas que habían rechazado otros planes por estar con él, personas que le dedicaban tiempo, atención y mensajes sin venir a cuento. Así que sí, pese a sus perpetuas precauciones y la dosis necesaria de realismo y cautela, aquello pintaba bien, lo suficiente como para ilusionarse por una vez.

Y, aparte, también estaba Su eterna tentación: Ella iba a estar por ahí con amigas, y él no sabía si lograría reprimir el impulso de escribirle para ofrecerle una copa juntos. Sin ánimo de nada, simplemente por el placer de gozar de Su compañía sin disimulos ni apariencias que guardar. De hecho, llegó a fantasear con la posibilidad de que fuera Ella quien le escribiese, como un par de semanas atrás. Lo dicho, fantasear.

Pero la realidad era que, más allá de fantasías, quizá al día siguiente volvería a encontrarse con unos ojos que le buscasen, unas manos que le rozasen o, quién podía saberlo, incluso unos labios que le revivieran, aunque no fueran los de Ella. Pasará lo que pasase, nadie iba a poder robarle aquel momento de meterse en la cama, tanto tiempo después, de nuevo ilusionado.