Continuaba sumido en su burbuja, en aquel paréntesis de sol, familia y no pensar que había forjado a fuego y que solo podría mantener unos días más. Y no solo porque las vacaciones tuvieran fecha de caducidad, sino porque el esfuerzo de mantener la coraza inflexible para que todos los sentimientos rebotasen, para que la idea de que Ella iba a estar a escasos veinte kilómetros de distancia no le asaltase, era casi sobrenatural.