Salió a destiempo, casi obligado, con un montón de propuestas tan dispersas que sabía que quedarían en nada, como así fue. Y se vio frente a un escenario con DJ, Drag Queens y música disco, en el polo opuesto a sus gustos. Pero también pensó en cuánto lo estaría disfrutando Ella de estar allí, en cuánto encajaba Ella en aquel ambiente, y en lo que daría por una carambola cósmica que hiciera que se encontrasen aquella noche.
Un par de horas después, ya sentado en su balcón y con un generoso bourbon en la mano, se sentía como un auténtico estúpido por continuar anhelando algo tan imposible como los Reyes Magos o el Ratón Pérez.