No era el hecho de volverse solo a casa, que también. Era el hecho de retorcer las cosas por agradar a los demás, de revolver Roma con Santiago con tal de prepararlo todo, de entregarse a tope con personas que, pese a todas las pistas e indicios, al final tenían otros intereses.
Era la historia de su vida. Daba igual que fuera Ella que cualquier otra, el resultado siempre era el mismo: entregar el corazón sin pensarlo siquiera, para acabar tropezando siempre con la misma piedra.