A aquellas alturas, todo lo que le quedaba eran dos cosas: la primera era su coche; y la segunda, la certeza de que el lugar al que se dirigía, fuera el que fuera, no podría ser peor que el que acababa de dejar atrás.
26-10-2009
A aquellas alturas, todo lo que le quedaba eran dos cosas: la primera era su coche; y la segunda, la certeza de que el lugar al que se dirigía, fuera el que fuera, no podría ser peor que el que acababa de dejar atrás.
26-10-2009