Acostumbrado durante tantos años a hacer siempre lo correcto, a ser y comportarse como se suponía que debía ser, a los amores puros y románticos, a los sacrificios perpetuos por aquellos a los que amaba, ahora que empezaba a salir al mundo real se daba cuenta de todo el mundo se movía por puro interés, de que el egoísmo y la vileza eran las leyes imperantes, de que lo único que iba a obtener si seguía siendo como hasta entonces eran desengaños y decepciones.
Si la soledad omnipresente ya le hacía sentir que su nuevo camino iba a ser duro, añadirle desilusiones constantes tras cada paso lo haría duro y agotador.