El publicó una foto que reflejaba, o al menos lo procuraba, la paz de que disfrutaba en aquel momento: la piscina de agua límpida, la cerveza helada, la brisa fresca del atardecer, la puesta de sol, la música suave y tranquila… Poco más podía pedir, hasta que sonó el móvil indicando que a Ella le gustaba la foto.
Entonces sí pidió más, la pidió a Ella a su lado, como aquella tarde de hacía años.
Luego el sol se puso del todo y, contemplando el reflejo de la luna en el agua, pintó media sonrisa triste en la cara al pensar en lo bonito, e inútil, que es soñar.