Tras una semana dolorosa y triste, tenía ya las maletas cargadas en el coche y todo preparado para dar el golpe de timón definitivo a su vida. Aún no era consciente de todo lo que se iba a dejar por el camino en aquel giro de ciento ochenta grados, por más que llevara semanas pensando en ello. Sólo le preocupaba si Ella iba a convertirse una de aquellas «cosas» que se quedarían atrás.