El plan de comer juntos al día siguiente se había estropeado, aunque Ella le había propuesto reengancharse en la sobremesa si él aguantaba hasta entonces con la otra gente. El problema es que el plan con la otra gente se había ido al traste también, así que no habría sobremesa ni reenganche. Y aquello le ponía furioso.
Pero Ella le escribió de improviso aquella tarde, contándole un gran logro sin llegar a contárselo realmente, y prometiendo darle más detalles más adelante. Él logró contenerse y contestar simplemente que se mantenía a la espera.
Así que, aunque no sé iban a ver, y probablemente Su segundo mensaje no llegaría nunca, él había tenido su pequeño momento de gloria: Ella continuaba acordándose de él, había querido compartir con él un momento dulce en Su vida, aunque fuera en secreto. Las grandes palabras de amor o los interminables besos apasionados quedaban muy lejos, pero esa mínima intimidad, esa conexión pura y simple de siempre brilló durante un instante. Sólo un instante, pero suficiente para hacerle sonreír por primera vez en horas.