En aquellos momentos en que el cansancio, la tristeza y el bourbon empezaban a hacer estragos en su ya desmenuzado corazón, era cuando no podía dejar de hacerse la misma pregunta una y otra vez: ¿cómo era posible que Ella le hubiera borrado así de Su vida? ¿Cómo había logrado deshacerse de los sentimientos, de los recuerdos, de los planes, incluso de las impertinencias? ¿Tan poco había significado él para Ella, o es que solo había estado esperando la oportunidad para desembarazarse de una vez? Nunca sabría la respuesta a aquellas preguntas, aunque todavía estuviera tentado de tratar de quedar un día con Ella e intentar zanjar el asunto de una vez por todas: cara a cara, como nunca lo habían hecho.
Pero luego reflexionaba, y se daba cuenta de que, probablemente, ya no mereciera la pena porque los meses de apenas verse o quedar y, desde luego, de no escribirse ni hablar, eran indicio más que suficiente del golpe de timón que Ella había dado. Lo único cierto era que, un año atrás, y en contra de toda lógica o razón, el lo había apostado todo por Ella, y había terminado perdiendo hasta la camisa.