Llegó a escribir el mensaje, ayudado por media botella de bourbon y media docena de canciones que tumbaron todos sus filtros y defensas. Le contó que había sido el peor cumpleaños que podía recordar, le contó que estaba más triste que nunca en su vida, le contó que la echaba de menos, le contó que necesitaba sentir que Ella seguía siendo parte de su vida, de una manera u otra.
Pero justo en el momento de mandarlo, la providencia empujó su dedo al botón de borrar en lugar de enviar. Algo en su interior le seguía diciendo que, con acciones como aquel mensaje, lo normal era que la cosas empeoraran aún más entre ellos. Todo indicaba que Ella había pasado página por fin, así que ya no había motivos para resistirse a hacer lo mismo.