Supervivencia

El esfuerzo estaba siendo titánico, porque la canción que Ella le había mandado después de aquella maravillosa tarde, después de haber sentido de nuevo cómo Ella se había apretado fuerte contra él, le había partido por la mitad. Y si, además, de casualidad había encontrado otra canción de una banda que a Ella le gustaba y que resultaba la respuesta perfecta a la Suya, la situación ya rayaba en la tortura.

Había perdido la cuenta de las veces que había pegado el enlace de la canción en un mensaje, aunque siempre había logrado pulsar el botón de borrar en lugar de enviar. Algo en su interior le decía que, aunque Ella hubiera querido mostrarle alguna de sus cartas por una vez, la deriva seguía siendo la misma, distancia y silencio.

Así que no le quedaba más remedio que seguir apretando los dientes y escupiendo cada mañana los escasos pedazos de corazón que le quedaban. Algunos, incluso Ella misma, lo llamarían cobardía; él preferirá llamarlo instinto de supervivencia.