Su mundo había estado a punto de explotar, como en un evento de extinción masiva de esos que salían en los documentales de la tele. Si evitarlo había sido una buena idea o no, lo descubriría en poco tiempo, pero al menos ahora podía volver a respirar, y la presión en su sien y en su pecho era tolerable. Haciendo un poco de examen de conciencia, se daba cuenta de que, más allá del conflicto al que se había enfrentado, una parte de él siempre estaba pendiente de Ella, de sus presencias o silencios, de que un simple «like» en redes sociales marcaba la diferencia, y aquello no era normal.

La quería con todas sus fuerzas, sin exigencias ni condiciones, pero no podía continuar siendo esclavo de aquel amor. Tenía que recuperar el control, dejar de sufrir como lo hacía. Porque, aunque estaba seguro de que Ella albergaba sentimientos hacia él, también lo estaba de que él no estaba entre Sus prioridades. Y con la que se le venía encima, cada gramo de fuerza iba a ser vital.