Aquella misma fecha, justo dos años atrás, Ella le soltó a bocajarro que ya no podía esperarle más. Él, en aquellos setecientos treinta días, había tratado de hacerse a la idea, pero nunca se lo había creído del todo. Hasta entonces.
Todo lo que había pasado entre ellos en los últimos meses, y especialmente en los últimos días, le llevaba a pensar que cuando Ella comentaba que estaba haciendo limpieza en todos los sentidos, uno de aquellos sentidos era él. Y lo escribiré, lo realmente triste, era que le parecía lógico, que probablemente fuera lo mejor para los dos.
Por mucho que se empeñara en convencerse de lo contrario, el sabía que la iba a esperar a Ella toda la vida. Pero que tenía que empezar a desatarse, a buscar nuevos horizontes, eso también lo sabía.