Saber

Fue difícil volver a un lugar del que los únicos recuerdos que guardaba eran con Ella. Por eso trató por todos los medios de bloquearlo todo, de no dejarse llevar, de no sentir. Y más o menos lo consiguió, excepto en un momento en que la mezcla de bourbon y codeína venció sus defensas y se impuso a la pésima cobertura, y le escribió un mensaje, con breve respuesta de Su parte.

Dos días después, ya en casa y a punto de enviarle una foto de un lugar muy concreto que recordaba con especial cariño, él reparó en algo que no vio en su momento: un mensaje de Ella, escrito o recibido justo antes de que él «flaqueara», que decía: que sepas que siempre. Quizá se arrepintió en el último momento pero lo envió por error, quizás no tuvo ocasión de seguir escribiendo, quizá decidió esperar a que él terminara el suyo antes de continuar, pero el caso es que no llegó a decir nada más. Puede que aquel mensaje hubiera supuesto el punto y seguido que él tanto necesitaba, que le hiciera permitido «saber» algo por una vez. Pero, como siempre con Ella, se terminó casi antes de empezar.