Perdido, agotado, hundido en el barro, se limpiaba las lágrimas a manotazos y trataba de seguir dando pasos, aunque no supiera muy bien en qué dirección porque todos los caminos le devolvían al mismo sitio. Pero, a pesar de la derrota, a pesar de la desesperanza, a pesar de todo, sabía que si resistía un poco más, si lograba hinchar de nuevo sus pulmones, saldría de la ciénaga.
Así que apretó los dientes y dio un nuevo paso, porque por mucho que sus piernas cansadas le dolieran más que nunca, un nuevo ratito de sol en su cara le prometía un futuro mejor: aunque tuviera que vaciarse por completo; aunque tuviera que dejar tantas cosas atrás; aunque cada metro fuera una agonía; aunque cada paso le alejara un poco más de Ella.
Saldría del barrizal antes o después, pelearía hasta el final, costara lo que costara.