Más de dos semanas, sin saber nada de Ella, sin una sola noticia, sin una llamada, sin un simple mensaje, sin nada de nada. Y eso, a pesar de que Ella sabía el momento tan duro, tan crítico, que él atravesaba, a pesar de que él le había suplicado que no le sacara de Su vida. Siempre se podría alegar que él tampoco le escribía a Ella, pero después de que todos los últimos contactos los hubiera comenzado él, y de que ni siquiera interactuaran en redes sociales, le parecía inútil seguir insistiendo.
Hacia tiempo que había perdido la esperanza de que Ella aún albergara algún sentimiento especial hacia él, pero, tal y como pintaban las cosas, empezaba a cuestionarse incluso Su amistad. Y aquello sí que era triste de verdad.