Pensó en Ella; la echó de menos; la tuvo tan presente en su cabeza que creyó que, en cualquier momento, se daría la vuelta y estaría allí. Pero no estaba.
Tenía muy claro que Ella nunca iba a dejar de ser «Ella», pero por primera vez en mucho tiempo, fue otra persona quien invadió sus sueños y quien se apropió de su primer pensamiento al despertar. Y, en el fondo, le dio pena.