Trataba de saborear al máximo el capítulo final de la serie que, probablemente, más le había gustado en su vida, cuando un diálogo entre sus dos personajes favoritos le dejaba perplejo: «el amor es más poderoso que la razón«, dijo uno de ellos, y él no pudo más que asentir; «el amor es la muerte del deber«, respondió el otro, y a él se le abrió tanto la boca al escucharlo que habría podido pasar un tren de mercancías por ella; «sí, pero hay veces en que el deber es la muerte del amor« sentenció el primero, y a él le rodó una lágrima por la mejilla.
Nunca sabrían aquellos dos personajes, ni los guionistas que les dieron vida, cuántas veces habían luchado, muerto y renacido su razón y su deber, por culpa de su amor.