Como decía la última canción de su artista favorito, esta vez la vida le había roto la boca, y su sangre era también roja, escandalosa como siempre hasta el final. Después de tantos años de que le viera llegar con el mundo entre las manos para Ella, de que le viera arrastrando su cordura en el camino a la locura por Su amor, por fin tenía claro lo que realmente era él.
Pero, a diferencia del protagonista de la canción, a él ya sí que le empezaba a importar suplicar una vez más un poco de aire para respirar, aunque fuera por Ella.