Comprobar que el último pilar sobre el que se asentaba al precario castillo de naipes en que se había convertido su vida también se empezaba a tambalear, terminó por dejarlo abatido. Se había aferrado al entrenamiento y al ejercicio físico como medio de salida de sus frustraciones, sus tristezas y sus ilusiones rotas, pero su cuerpo empezaba a recordarle que tenía que afrontar y resolver sus problemas, que la huida hacia delante nunca era una buena opción.