Objetivamente, Ella era una mujer sumamente atractiva. Cuando se tenía la ocasión de conocerla y, tratar con Ella, se descubría que además era muy inteligente, decidida, divertida y espontánea. Para él, que hacía años que ya no podía ser objetivo, no existían palabras suficientes para describir Su energia, Su determinación, Su valía o Su hermosura.
Así pues, cuando más flaqueaban sus fuerzas, bastaba que Ella le dedicara unas palabras amables un par de sonrisas o una de sus miradas eléctricas para que los músculos dolieran menos, los nervios se calmaran, las penas se aligeraran y el corazón latiera más fuerte.