Todo se le hacía un mundo: el cansancio físico, el estrés, el agotamiento mental, la soledad, la falta de ilusión, el desamor. Aunque se obligaba a pensar que era algo positivo, le aterraba comprobar cuán vulnerable era a las decepciones, y el esfuerzo que le costaba no venirse abajo cada dos por tres.
A veces ya no le funcionaban ni las fantasías en las que Ella llegaba y borraba todo lo gris de su vida.