Equivocados

Estaba bien volver a charlar y a reír, estaba bien trasnochar y alternar, estaba bien padecer música horrible y bailotear porque alguien se lo pedía.

Porque estaba bien volver a sentir unos ojos que le buscaban, aunque fueran unos ojos equivocados.

Hope

De manera accidental, como casi siempre, había descubierto una de aquellas canciones que se convertían en una constante en sus días y sus noches, una de aquellas canciones que resonaban en su cabeza sin parar, una de aquellas canciones que no es que tuvieran similitudes con él, sino que les describian de pies a cabeza.

Porque aquella canción hablaba de un hombre derrotado, acostumbrado a caer y aprender a sufrir, a parar de intentar sin conseguir, a vivir en un mundo lleno de sombras solitarias con un corazón donde nada tenía sentido. Un hombre que, aún cuando lo mejor de él se sentía como un chiste, era capaz de mantener una pequeña esperanza.

Quizá la que él siempre había esperado ya había desaparecido, pero la encontraría por otro camino:

«Cause when you try and when you choke, still have a little hope».

Urgencia

Había empezado otra de «aquellas rachas». Al desastroso final de su historia con Ella y a un aciago revés laboral capaz de destrozar todo su futuro a unos meses vista, se sumaban ahora problemas de salud que podían ser importantes si no los atendía. Por ir mal, le iban mal hasta las compras online de los regalos navideños.

Sin salud, dinero ni amor, ya sentía la urgencia de una ilusión, de algo que le hiciera volver a sonreír, porque el peso de la soledad empezaba a hacer flaquear incluso a unas piernas fuertes como las suyas.

Poema

Triste y cansado como estaba, aquella noche decidió prescindir del bourbon, la música y el balcón. Solo quería dormir mil horas de un tirón para descubrir al despertar que había conseguido olvidarse de Ella.

Pero, ya metido en la cama y justo cuando se le cerraban los ojos, el maldito algoritmo le arrojó a la cara un poema de Ernesto Cardenal que ya había leído en alguna otra ocasión:

«Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.»

Con los ojos como platos y el corazón latiendo con fuerza, se incorporó y se puso las zapatillas: parecía que sí iba a haber bourbon aquella noche al final.