Antídoto

Y cuando estaba empezando a acusar el cansancio y la tristeza, cuando los ecos de su propio refugio empezaban a hacer mella en él, llegó Su mensaje inesperado compartiendo su canción, la de ellos dos, la misma que él había compartido en un arrebato del día de «su aniversario». Y él no quiso contestar más que con un corazón, porque de haber empezado a escribirle, no habría parado en toda la noche.

Luego recordó la canción que Ella le había recomendado en el bar justo antes de cerrar, y decidió escucharla. Pero lo que se encontró fue un temazo que cualquiera de los dos me podría haber dedicado al otro, porque ambos estaban enfermos de deseo y ansiosos de un antídoto que curarse sus venenos internos.

Una canción perfecta para arrancarse la ropa sin mediar palabra y curarse el uno al otro, como dos años antes. Como siempre que estaban cerca, como siempre que sus ojos se enganchaban, igual que aquella noche.

Antídoto para su enfermedad.

Otro lado

Habían enterrado el hacha de guerra, y estaba bien. A su estilo, Ella se había esforzado, y él tenía que reconocerlo y aceptarlo. Se había arriesgado a decirle una mínima parte de lo que había necesitado en aquellos dos meses, y Ella se dio por enterada. Y estaba bien, porque volvieron a mirarse como siempre, Ella volvió a buscar su cercanía, y se abrazaron fuerte al despedirse.

Pero la realidad es que él necesitaba algo más, y por más atrapado que se sintiera en Sus ojos, allí no lo iba a encontrar. Así que, por mucho que le doliera admitirlo, su camino y su búsqueda estaban en otro lado. Ese mismo «otro lado» que él había abandonado aquella noche por estar cerca de Ella.