Había empezado otra de «aquellas rachas». Al desastroso final de su historia con Ella y a un aciago revés laboral capaz de destrozar todo su futuro a unos meses vista, se sumaban ahora problemas de salud que podían ser importantes si no los atendía. Por ir mal, le iban mal hasta las compras online de los regalos navideños.
Sin salud, dinero ni amor, ya sentía la urgencia de una ilusión, de algo que le hiciera volver a sonreír, porque el peso de la soledad empezaba a hacer flaquear incluso a unas piernas fuertes como las suyas.