Llevaba semanas sin dar señales de vida. Ni llamadas, ni mensajes, ni fotos, ni memes, ni reacciones en redes siquiera. Nada de nada.
Había veces en que los silencios eran mucho más elocuentes que un millón de discursos.
Llevaba semanas sin dar señales de vida. Ni llamadas, ni mensajes, ni fotos, ni memes, ni reacciones en redes siquiera. Nada de nada.
Había veces en que los silencios eran mucho más elocuentes que un millón de discursos.