Justo antes de subir al coche para otra jornada de caminatas y kilómetros por el norte del país, leyó una publicación que rezaba: «deja de insistir en un sí, cuando sus actos dicen no«.
Más allá de la puntería que tenía el maldito algoritmo, y de que después de lo del día anterior todo carecía ya de importancia, él pensó que su problema había sido que Sus palabras decían no y Sus actos sí unas veces, otras decían puede ser, otras se contradecían e incluso eran indescifrables en último término. Todo dependía de Ella y su carácter imprevisible y, según parecía, de cuánto alcohol tumbaba Sus defensas cada vez.
Si solo hubiera bastado con insistir…