Minuto

Odiaba profundamente aquellos días teóricamente especiales en que, al final, todo se torcía y nada salía como él esperaba.

Pero los odiaba mucho más cuando lo único que sí se cumplía era que la había echado de menos a Ella desde el primer minuto hasta el último.

Sobresalto

Se despertó sobresaltado, tanto que un par de horas aún no había podido dormir de nuevo. Y todo porque, bien por la preocupación por su futura operación o por la sesión de bourbon y canciones, había vuelto a soñar con Ella. Pero había sido un sueño tan vívido, tan real, que con el sobresalto del despertar repentino se encontraba desorientado, desubicado y desamparado. Aún creía poder sentir Su aliento en cara, la humedad de Sus labios, el rumor de Sus gremios en los oídos, el tacto satinado de Su piel en la yema de los dedos.

Porque no había nada en el mundo, ni siquiera remotamente parecido, que pudiera compararse a hacer el amor con Ella.

Controlarse

Pues sí, habían caído sus defensas y bien caídas. Solo había necesitado un simple mensaje de Ella para invitarla a una fiesta a la no iba a ir de ninguna manera, y a volver a proponer la recuperación de «la noche de tequila» que habían ideado juntos un año y medio antes, y que volvieron a pensar en la otra fiesta en Su piscina del mes anterior.

Pero aquello no podía ser, tenía que volver a controlarse, a los bloqueos, a obligarse a fijar otros objetivos, porque el verano era muy largo y el abismo al que peligrosamente se acercaba era muy profundo y muy negro, como ya comprobó el año anterior. Y Ella, aún con Sus tímidos amagos, iba a estando muy lejos de él.

Relajación

Había terminado su examen, por fin empezaban sus vacaciones y llegaba la relajación, y con la relajación se esfumaron los bloqueos y cayeron sus defensas. Consiguió resistir la tentación de bourbon y música y se fue temprano a la cama, pero no pudo evitar soñar con Ella en su primera noche de «libertad».

La sensación al despertar era, como siempre, agridulce: el gozo de pasar tiempo con Ella, aunque fuera en sueños, se veía cruelmente aplastado por la realidad en que no tenían casi ningún contacto, y menos aún ahora que empezaba el verano.

Así que se levantó resignado con la nueva tarea de asumir que tenía que olvidarla, mientras planificaba un día de tareas domésticas, piscina y entrenamiento especial con amigos, y ponía su mente y su ilusión en la gran fiesta del siguiente sábado. Fiesta a la que Ella no asistiría, pero en la que estaría presente en todo momento. Al menos, en su cabeza.