Había llegado el día, lo había conseguido. Aquel 12 de julio, después de diecisiete años de esfuerzos, sacrificios, penalidades y bandazos, al fin había demostrado todo lo que valía, había enseñado todo lo que tenía por dentro, había probado que estaba preparado y era digno del título. Aquel 12 de julio sintió, casi por primera vez en su vida, que era capaz de lograr todo lo que se propusiera, fuera lo que fuese, cualquier cosa que se le pusiera por delante.
Como reconquistarla a Ella, por ejemplo.