Presión

Había pasado toda la semana como un zombi, esforzándose por no pensar, por no sentir, por no vivir,intentado zafarse de aquella presión en el pecho que le robaba el aire y le impedía sonreír. Pero era sábado noche, y después de haber estado todo el día solo, no quería meterse en la cama con aquella sensación de derrota y de abatimiento. Así que agarró los auriculares, se sirvió un vaso bien largo de bourbon y se sentó a contemplar la ciudad en la noche.

No pudo evitar buscar con la mirada aquellas luces de navidad que tantas veces había contemplado en el balcón de un vecino, y que tanto le habían consolado y animado a mantener una mínima esperanza, una chispa de ilusión. Pero ya no estaban.

Aquellas luces, como tantas cosas en su vida, como tantas palabras y promesas, hacía meses que estaban apagadas.