Después de una semana del bloqueo y cerrazón más absolutos, había bastado una simple canción a destiempo para que, para una noche que conseguía dormir un puñado de horas seguidas en semanas, su subconsciente se empeñase en traerla de vuelta a sus sueños una y otra vez.
Dormir, lo que se dice dormir, había dormido. Pero descansar… Eso ya era otra historia.