Estribillo

Aquel día su cantante favorito había posteado en sus redes el estribillo de la canción que él llevaba dedicándole a secretamente a Ella más de tres años, aquella que decía que «si era por Ella, a él no le importaba suplicar una vez más, que Ella le diera aliento, y vida al respirar«, y él no había dudado ni un instante en repostear la canción.

Así que, después de una sesión especialmente generosa de bourbon en su balcón y unos cuantos tumbos a oscuras por la casa, se metió como pudo en la cama y, mandando al infierno sus principios y sus propósitos, se puso la canción en bucle dispuesto a quedarse dormido regodeándose en Su recuerdo. Total, si la resaca ya iba a ser de órdago al día siguiente, ¿qué más le daba añadir una pizca más de culpa, abatimiento y remordimientos?

Abandonar

Precisamente porque aún podía sentir la fuerza con que Ella agarró sus manos y le «obligó» a rodear Su cintura justo cuando salían del bar el sábado anterior, se encontraba una semana después sentado en el balcón con un bourbon en la mano.

Y era consciente de cuánto se equivocaba al hacerlo, porque el retorno a la rutina le había devuelto la calma que le otorgaba una mente ocupada, pero también una semana sin que Ella diera señales de vida. Pero allí estaba, como tantas y tantas noches.

Porque sabía que todavía le quedaban muchas, muchas noches de bourbon y canciones hasta que lograse su gran propósito para aquel año; por eso, porque tenía que intentar ahorrarse algunas de aquellas noches como fuese, era tan importante que consiguiera su primer propósito: abandonar su Refugio y dejar de escribir sobre Ella.