Cuenta atrás

Se levantó como pudo, y prepararó los regalos casi contra su voluntad. Si aquel día tan concreto se le hacía siempre cuesta arriba, después de una noche de ahogarse en bourbon y revolcarse en recuerdos de un año antes estaba de todo menos preparado para un día de reyes, sabiendo que se verían por la tarde, que Ella parecía dudar pero se mantenía firme en la distancia, sabiendo que se acabarían buscando con los ojos, que se terminarían rozando, y que quedarían en el eterno «quiero pero no puede ser».

Pero también sabía que su cuenta de decepciones y resignaciones hacía mucho que estaba agotada, que la cuenta atrás estaba a punto de finalizar.

Arder

Es que parecía cosa de brujería, una vez más. Si antes escribía para dolerse por el pasado y Su silencio, antes aparecía Ella de la nada, le desarmaba, y con las mismas volvía a desaparecer.

Y él, ya convencido de que la larga noche de bourbon iba a ser aún más larga de lo previsto, solo pudo suplicar a los Magos de Oriente que se decidieran de una vez: o la traían a Ella de vuelta para volver a ser un poquito feliz, o le dejaban el carbón suficiente para hacerlo todo arder hasta los malditos cimientos.

Al fin y al cabo, para renacer siempre hacían falta cenizas.

Flaquezas

Una amistad común le preguntó por Ella, y él, omitiendo obviamente el breve amago de intercambio de mensajes del 1 de Enero, respondió que no sabía nada de Ella desde Nochevieja. Casi una semana.

Al cabo de un rato flaqueó y abrió el chat con Ella de ese mismo día justo un año antes, y si no fuera porque lo estaba viviendo en primera persona, no se creería que quien escribía aquellos mensajes entonces esgrimiese un silencio tan afilado ahora.

Estaba claro que iba a ser noche de bourbon, que no se podía permitir el lujo de tener aquellas flaquezas.