Solo agria

Una vez más, estaba a punto de salir para ir a Su encuentro. Y como siempre, tenía aquella sensación agridulce de poder pasar tiempo con Ella, de que le mirase como solo Ella sabía hacer, de que en algún momento sus pieles y sus cuerpos entrasen en contacto y él se deshiciese por dentro; pero también tendría que disimular, mantener las distancias y fingir.

Y aunque sabía que la sensación agridulce se tornaría en solo agria cuando se separasen y volviese solo a casa, sin haber podido gozar de sus labios o sin un «say when», su adicción a la parte dulce hacia imposible resistir. Ya se odiaría por ello al día siguiente.

Muy lunes

Después de un lunes muy lunes, largo y agotador y de un intercambio de mensajes breve, seco y un poco forzado, se concedió el pequeño lujo de relajar sus defensas y pensar en Ella, de preguntarse si su sospecha de que Ella le echaba de menos más de lo normal en los últimos tiempos podía tener algún fundamento, de si Ella quería pero no se atrevía, de qué haría él si llegaba el mensaje soñado de «cuando podemos vernos?»

Y para terminar la fantasía, se permitió recordarla entrando en su casa, con un simple vestido ligero «para ponérselo fácil», haciendo crujir su cama como si hubieran decidido desintegrarla, abrazados en un mar de ternura y calma después, con los ojos entrecerrados.

Apagó la luz y se dejó llevar. Aquella noche de lunes volvería a rendirse a Ella, porque no había nada como aquellos recuerdos. Porque no había nadie como Ella.

Casilla de salida

Lo había logrado, había conseguido que un día entero con Ella y un beso furtivo no le hicieran explotar la cabeza; había logrado resistir la tentación de tragarse sus principios y salir corriendo al encuentro del grupo en el que estaba Ella; había podido evitar las canciones, los memes y los reels, y las declaraciones de amor cuando Ella le escribió; había sobrevivido a un domingo difícil renunciando a Ella.

Y aunque siempre le quedaba el pequeño remordimiento de que quizás Ella quería verle y él no había acudido, sabía que había hecho lo correcto: que Ella le hubiese besado, ya al final de la noche y sin defensas, solo significaba que en Su interior continuaba sintiendo lo que fuera que sentía por él, no que las cosas fueran a cambiar entre ellos.

Y él ya no tenía ni fuerzas ni créditos para más retrocesos hasta la casilla de salida. No sin Su ayuda, al menos.

Par de segundos

¿Cómo explicar el éxtasis volver a sentir el contacto de Sus labios en los suyos, aunque solo hubiera sido durante un par de segundos? ¿Aunque Ella no se acordase al día siguiente? O peor aún, ¿aunque Ella no quisiera acordarse?

El solo sabía que aquel par de segundos de volver a tocar el cielo le estaba reportando un océano de lágrimas de impotencia en su balcón, regado de bourbon y canciones y bañado por la luna menguante.

Cuánto se iba a arrepentir de no ir a la comida del día siguiente, o cuánto la iba echar de menos en las semanas siguientes, tan repletas de silencio como siempre, sería el precio que tendría que pagar.