Había empleado el penúltimo día del año entre recuerdos de veladas y confesiones con Ella de mil años atrás, aniversarios de encuentros en su casa solo un año antes, y comida y «liada» de primos ese mismo día, y al final terminó sentado en su balcón empapando en bourbon el poco sentido común que le quedaba. Más que nada, porque empezaba a vislumbrar el error que había cometido al querer empezar un año nuevo a Su lado justo cuando, por primera vez en dos décadas, su primer deseo de año nuevo sería olvidarse de Ella, en vez de implorar que Ella le amase.
Ya no había vuelta atrás, ya no podía esperar más, como Ella le había dicho aquella misma noche de seis años antes. Aunque le fuera la vida en ello.