Había llegado la fecha, la que tanto había temido: justamente en aquel día de un año atrás, se habían encontrado de manera casi fortuita, se habían divertido, y de camino a casa, se habían besado; aquel día de justo un año atrás se había puesto en marcha lo que hubo entre ellos, habían comenzado los mejores y más intensos meses de su vida; aquel día de justo un año atrás habían comenzado los mensajes de buenos días, las canciones, los encuentros en su casa, la lencería especial, los planes y los sueños; aquel día de justo un año atrás, su sueño comenzaba por fin a hacerse realidad.
Pero, a pesar de los buenos recuerdos, aquel 16D se sentía más triste que nunca, porque precisamente aquella fecha le recordaba que YA había pasado un año, que todo entre ellos se habia terminado, que volvían a ser casi dos extraños con una atracción imposible, que su vida continuaba girando sin rumbo, totalmente a la deriva.
Aquel día le recordaba que había pasado un año de tocar el cielo con las yemas de los dedos, y de haber vuelto a caer al más profundo de los infiernos.