Muy lunes

Después de un lunes muy lunes, largo y agotador y de un intercambio de mensajes breve, seco y un poco forzado, se concedió el pequeño lujo de relajar sus defensas y pensar en Ella, de preguntarse si su sospecha de que Ella le echaba de menos más de lo normal en los últimos tiempos podía tener algún fundamento, de si Ella quería pero no se atrevía, de qué haría él si llegaba el mensaje soñado de «cuando podemos vernos?»

Y para terminar la fantasía, se permitió recordarla entrando en su casa, con un simple vestido ligero «para ponérselo fácil», haciendo crujir su cama como si hubieran decidido desintegrarla, abrazados en un mar de ternura y calma después, con los ojos entrecerrados.

Apagó la luz y se dejó llevar. Aquella noche de lunes volvería a rendirse a Ella, porque no había nada como aquellos recuerdos. Porque no había nadie como Ella.