Tener sentadas delante de él a las dos mujeres de su vida, y saber con plena certeza que las había perdido a las dos por completo, era simplemente desolador.
Por eso ya no esperaba nada del futuro. Ya había hecho el cupo de decepciones.
Tener sentadas delante de él a las dos mujeres de su vida, y saber con plena certeza que las había perdido a las dos por completo, era simplemente desolador.
Por eso ya no esperaba nada del futuro. Ya había hecho el cupo de decepciones.