Cosas

Podría haber sido una cualquiera de las decenas de veces que a él la vida le arrojaba a la cara algo que le recordaba a Ella, y tras la que ya iba controlando el ansia por escribirle y contárselo. Pero en aquella ocasión fue a Ella misma a quien se le apareció la canción especial de ellos dos donde y cuando menos esperaba, y no pudo o lo quiso reprimir el impulso de contárselo a él brevemente.

Tras el primer momento de emoción a ver un mensaje Suyo, él se vino abajo sin saber qué decir, porque mientras él luchaba por dejar de pensar en hilos rojos, destinos y amores inmortales, Ella lo resumía todo con la palabra «cosas» (que pasan, suponía él que terminaba el escueto mensaje). Y cosas se parecía muy poco a te echo de menos, o a sigo pensando en ti, aunque no lo diga.

Pero, aunque él ya no estaba para irse conformando con premios de consolación, cosas era más que nada, y Ella le había escrito de nuevo. Quizá porque, para alguien tan hermético como Ella, aquellas cosas significaban mucho, y eran solo con él.