Qué bien le sentaba que su móvil vibrara y fuese alguien contándole las ganas que tenía de verle; qué bien que, como decía la canción, alguien se hubiera puesto en medio de repente; qué bien que hubiera de nuevo manos que le buscaban, labios que le curaban, susurros que le encendían y respiraciones que se entrecortaban; qué bien volver a sentirse interesante, querido, atractivo y deseado.
Y que mal que fuera otra persona y no Ella.