Era curioso cómo podían cambiar las cosas… Se suponía que aquella noche él debería estar cenando con Ella, en lo más parecido posible a una velada íntima donde él le podría contar sus últimas aventuras y escapar durante unas horas de un desastre de vacaciones que no había tenido más remedio que aceptar.
Pero en la última semana todo se había dado la vuelta, Ella estaba a casi trescientos kilómetros rodeada de los antiguos amigos, y él seguía sintiéndose más solo que un 1 en un camping de mierda, bebiendo un whisky de mierda en un sábado de mierda, y sintiendo una vez más que daba igual cuánto se esforzarse, nunca estaba donde debería estar.