Lo había sabido desde el principio: 1850 kilómetros de distancia no serían suficientes, seis días en soledad no conseguirían que dejase de pensar en Ella, sino más bien todo lo contrario.
Y si, además, él le arrancaba la promesa de la foto de un brindis y en su lugar Ella le devolvía un selfie absolutamente espectacular, entonces a él no le quedaba más remedio que rendirse: mentiría, robaría, mataría, haría lo que fuera por Ella. Todo lo demás le daba igual.