En realidad era casi una mala noticia porque volvía a complicarlo todo un poco, pero ver que Ella se saltaba sus propias normas y le escribía, y le insinuaba que tampoco era capaz de dejar de pensar en él, le pintaba una sonrisa en la cara.
Luego lo pensaba, intentaba analizarlo, y se le pintaba una sonrisa aún más grande en el corazón. Cuestión de paciencia.