No podía negar que la situación parecía sacada de una película: sentado en una lavandería pública, con la mirada puesta en la ropa girando en el tambor pero sin verla, incluso con la banda sonora apropiada sonando en sus auriculares. Pensando en que se les había escapado otra oportunidad de estar juntos, de disfrutar de sus cuerpos, de quedarse tumbados mirándose a los ojos durante minutos eternos. A saber cuándo volverían a tener otra ocasión como aquella…
Porque no era ya el éxtasis de poder recorrer Su piel tersa y suave con las yemas de los dedos, o de sentir Su aliento desbocado en la cara; era porque cada minuto que no estaba con Ella era un minuto desperdiciado, un minuto de vida que se le había escapado.