Justo aquel día se cumplían dos años, dos años del beso que supuso el principio del fin de todo. Porque, después de aquel rato maravilloso que pasaron sentados en su coche, Ella había decidido sacarle a él de su vida del todo; pero él, ingenuo como siempre, había despejado las pocas dudas que le quedaban y había tomado la decisión de emprender una nueva vida, con la cándida esperanza de empezar a ser un poco más feliz con Ella algo más cerca de él, como antaño.
Pero el resultado, dos años después, era que Ella ya ni estaba ni se la esperaba, y que él era igual de infeliz, pero más fracasado y más solo que antes.