Podría decir que las palabras le habían abandonado, que las musas le eran esquivas, que la distancia definitiva que ya le separaba de Ella había traído consigo una larga época de sequía.
Pero en lo más profundo de su alma sabía que se engañaba a sí mismo: aún quedaban cosas por decir, aún quedaban palabras por escribir. Las palabras de renuncia, de despedida, de que aquella historia se había terminado del todo.
Eran las palabras que siempre temió, las palabras que nunca pensó que llegaría a admitir, las palabras del punto y final.