Odioso

Odiaba los domingos, lo había repetido mil veces. Si volvía a amanecer sintiéndose tan solo después de que todo saliera mal, los odiaba el doble. Si, además, la noche anterior se había tropezado con un grupo de amigos de Ella y había pensado que se iban a encontrar, para luego volver a la realidad y darse cuenta de que no, los odiaba mucho más. Y si, para colmo, sus sueños ebrios la traían a Ella de vuelta una y otra vez, los odiaba a muerte.

Cualquier domingo era odioso, pero uno con la cabeza llena de decepciones, pesares y la imagen de Ella clavada en lo más hondo lo convertía en casi insoportable