En medio de una conversación intrascendente, alguien dijo una frase que, de repente, le hizo saltar dos años atrás en el tiempo, a uno de los peores momentos de su vida; una frase que él le dijo a Ella, en la que quiso creer contra toda lógica, contra toda razón, contra todo el sentido común; una frase con la que no podía decir más con menos: «me da igual lo demás, yo lo apuesto todo por ti».
Dos años después, en aquella apuesta había perdido hasta la camisa.